Comentario
Cuando los jóvenes de El Puente se reunían -primero en la habitación de Kirchner, luego en la vieja carnicería abandonada o en la zapatería -, se dedicaban a pintar y a dibujar, pero también leían y discutían de literatura. Mientras pintaban escuchaban los textos de Wedekind, Strindberg, Verlaine, Rimbaud o Verhaeren y se sentían muy cercanos de los poetas expresionistas G. Trakl, G. Heym, F. Werfel y E. Lasker-Schüler. Su objetivo era "estudiar con toda naturalidad el desnudo, el fundamento de todas las artes plásticas", como recordaba Kirchner, y tanto las modelos, que no eran profesionales, como los artistas permanecían un cuarto de hora en una postura y, pasado ese tiempo, cambiaban. No se trataba de estudiar el modelo que se desnuda al modo de las academias, sino el cuerpo moviéndose en libertad.El desnudo entre ellos tiene un protagonismo decisivo: modelos occidentales y orientales, negros, blancos o indios, aparecen en los cuadros, en medio de un decorado de aires primitivos, compuesto por muebles, cortinas y objetos fabricados por ellos mismos, que forman un todo con la pintura, como se puede ver en la Mujer ante la cortina roja de Heckel (1913, Madrid, col. Thyssen) o en la Joven con sombrilla japonesa de Kirchner (1909, Düsseldorf, Kunstsammlung Nordrhein-Westfallen), detrás de las cuales aparecen telas pintadas con motivos eróticos de aire oceánico.Lo que se proponían en estos primeros momentos de trabajo juntos era investigar en común las posibilidades técnicas, intercambiando experiencias y discutiendo. Los temas de sus pinturas eran banales y sólo les interesaban como campo de experimentación plástica. En los cuadros hay pocos objetos y están vistos a distancias muy cortas. Muy influidos por el papel del color en la pintura francesa contemporánea, estaban abiertamente contra el impresionismo; querían hacer un arte emocional y violento, directo, que tradujera sin intermediarios sus imágenes del mundo y sus sentimientos más profundos.